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Junto con la calabaza que hacía las veces de cantimplora para llevar agua y el bordón para ayudar a caminar, la concha del peregrino se ha convertido, con el paso de los siglos, en uno de los elementos centrales de la indumentaria del Camino de Santiago. Pero no todos estos objetos tienen el mismo valor. ¿Por qué?
El valor de la concha del peregrino
A diferencia del bordón y la calabaza, que tienen usos prácticos para quien se adentraba en los caminos, el valor de la concha del peregrino era más bien demostrativo. Es decir: indicaba que la persona que la portaba había alcanzado la meta compostelana y regresaba a su lugar de procedencia. Dicho de otro modo: los peregrinos solo cosían la vieira a sus ropajes una vez llegados a Santiago. Durante muchos siglos, de hecho, aquella valva era lo que el cabildo de la Catedral de Santiago entregaba a los peregrinos en lugar del documento llamado “Compostela” que hoy recogemos en la Oficina del Peregrino. Sobre la documentación del Camino ya hemos escrito alguna entrada en este blog.
➔ La Compostela y otros 3 documentos del Camino de Santiago
La propia historia de los orígenes de la “Compostela” nos habla de que las autoridades eclesiásticas tomaron la decisión de sustituir la concha del peregrino por el documento al comprobar que muchas personas iban y venían con conchas como las de Santiago sin haber hecho la peregrinación. Al fin y al cabo, la vieira ofrecía protección especial a los peregrinos en su regreso a casa (asaltar o atacar un peregrino de regreso acarreaba penas mayores), y podía conseguirse en muchos lugares con costa.
Con el auge de la peregrinación a Santiago en los siglos XI y XII, la concha del peregrino se convirtió en uno de los símbolos más populares y reconocibles de la peregrinación a Compostela. Hasta convertirse en la reina de los souvenirs jacobeos de hoy en día. Pero, ¿por qué la concha de una vieira?
Algunas teorías…
Sobre el simbolismo propio de la concha de vieira y su vinculación con el culto a Santiago el Mayor hay muchas teorías. Unas más verosímiles que otras. Ninguna ha conseguido unanimidad, sin embargo.
Una de las teorías más difundidas es la que considera la concha del peregrino como el perfecto vaso o escudilla. Por la forma cóncava de la valva, podía servir para beber líquidos o incluso como cuchara. Lo cierto es que las cucharas — y objetos con formas y usos similares — son uno de los útiles humanos más antiguos. Hemos encontrado “cucharas” en yacimientos del Paleolítico y, sin duda, en el siglo XI podían encontrarse por todas partes. Sin embargo, es muy posible que los peregrinos las usasen para beber de los manantiales y ríos. Hoy en día se sigue haciendo. Pero, ¿es este el origen de su vinculación con Santiago?
Otra teoría, mucho más simbolista, ve en los surcos de la concha del peregrino una representación de la pata de una oca. ¿Una oca? Pues resulta que para muchas tradiciones antiguas, la oca era símbolo de conocimiento iniciático. Sobre esta relación entre el Camino de Santiago y las ocas también hemos escrito ya.
➔ Un mapa simbólico del Camino de Santiago: el Juego de la Oca
Otras tradiciones vinculan la concha de vieira con Venus y el renacimiento de las personas. Y, por ahí, con el dogma de la resurrección, la superación de la muerte, etc.
…y alguna leyenda
Por supuesto, también existen leyendas donde la concha del peregrino tiene un papel o una presencia destacada. Una de las más populares habla de un caballero del siglo I que, mientras iba a caballo cerca de la costa, vio una barca a punto de naufragar que se acercaba a la orilla. El caballero dirigió su caballo hacia las aguas dispuesto a ayudar a los dos hombres que se afanaban por no naufragar. Antes de llegar, sin embargo, una ola gigante lo arrastró al fondo.
En ese momento, el caballero invocó al apóstol. Entonces, sintió que una fuerza sobrenatural lo arrancaba del fondo del agua y lo llevaba de vuelta a la superficie, arrastrándolo a la orilla. Allí comprobó que la barca era la que llevaba el cuerpo de Santiago el Mayor. Y que su cuerpo y el de su caballo — sobre el que había salido del agua galopando — estaban cubiertos de conchas de vieira. En esta leyenda, la salvación del caballero se considera un milagro de Santiago, vinculando así las conchas al apóstol.
Otras versiones narran el hecho de manera similar. En una, el caballero cubierto de vieiras emerge majestuoso para señalizar el lugar donde los discípulos de Santiago que transportaban su cuerpo debían desembarcar. Esta versión apunta a que el caballero no era otro que el alma de Santiago, vinculando al apóstol con su representación como santo-militar, y uniendo así la concha, el caballo blanco y al propio santo.
El papel reservado por la iglesia
Leyendas y simbolismos a parte, lo cierto es que el origen de esta vinculación vieira-Santiago no está claro. De lo que no hay duda es de que la expedición de conchas de vieira como símbolo jacobeo fue un negocio muy lucrativo. Tanto para la ciudad de Santiago como para la iglesia compostelana.
No es casual que delante de unos de los principales accesos de los peregrinos a la ciudad se expandiese el barrio llamado “dos concheiros”. Allí se vendían las propias conchas traídas desde los puertos próximos de Padrón, Noia o Muros. En la puerta de Azabachería, a donde abocaban antaño el Camino Francés y todos los que entroncaban con él, artesanos de todo tipo vendían también reproducciones hechas de plomo, marfil, azabache o plata.
La iglesia compostelana reguló el negocio llevándose un porcentaje de cada venta y prohibiendo vender la concha del peregrino fuera de la ciudad. So pena de excomunión. Aún así, la capacidad real para limitar su uso y su comercialización debió ser menos de lo que el cabildo esperaba. De modo que, con el tiempo, la vieira acabaría perdiendo su valor acreditativo de haber completado la peregrinación a Santiago. Su vínculo jacobeo, sin embargo, continúa intacto.
Y una curiosidad
Por último, terminamos este repaso por el origen y el significado de la concha del peregrino con una curiosidad. Su arraigo en la cultura popular ha pasado incluso al ámbito de las ciencias: en concreto, de la biología. Las vieiras, que pertenecen a la clase de los bivalvos y al género Pecten (que significa “peine” en latín), presentan en realidad diferentes variantes. Una de ellas ha recibido el nombre de Pecten Jacobaeus, en referencia al fenómeno del Camino de Santiago.
Sin embargo, parece haberse producido un equívoco en la asignación del nombre. En su Systema Naturæ (1758), Carl Linnaeus, el padre de la taxonomía moderna, describió como Ostrea Jacobaea o Pecten Jacobaeus, en realidad, una especie de vieira endémica del mar Mediterráneo y del Mar Negro (aunque también se puede encontrar en el Atlántico entre Portugal y Marruecos). En cambio, la vieira propia del Atlántico gallego que sí era entregada a los peregrinos recibió el nombre de Pecten Maximus, por su tamaño ligeramente mayor que otras especies de la misma familia.
Sea como sea, aunque se pusiese el nombre Jacobaea a la vieira mediterránea, de lo que no cabe duda es de que, si la concha del peregrino no hubiese tenido el desarrollo y la popularidad que tuvo, el bueno de Linnaeus no habría utilizado esa referencia para denominar a esta especie.