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La regla es simple: sea cual sea tu elección, no estrenes calzado. Incluso si para hacerlo te has comprado un par de botas o zapatillas, es necesario que las «domes» y les des uso previamente. Lo ideal es salir a caminar con ellas varios días antes de iniciar el Camino, aprovechando para habituar el cuerpo a largas caminatas. De hecho, uno de los objetivos de esa fase preparatoria, además de acostumbrar el cuerpo, es detectar si nos encontramos cómodos con la ropa y el calzado para el Camino de Santiago que hemos elegido, cuál es el tipo de agarre que mejor nos sujeta o si necesitamos llevar plantillas.
Cuanto más uso tengan estos elementos, mejor se adaptarán al cuerpo y más cómodos resultarán. Por eso, en general, lo mejor es evitar estrenar cualquier pieza de ropa.
Por cierto, en el blog de Viando hay varios artículos sobre la preparación del Camino de Santiago. Si estás en esta fase, te recomendamos que comiences por este:
➔ Hacer el camino de Santiago: 5 reflexiones para saber si estás preparado
Tipos de calzado para el Camino de Santiago
Aunque se suele pensar que el mejor calzado para el Camino de Santiago son, por defecto, las botas de montaña o botas de trekking, lo cierto es que la elección óptima va a depender de la ruta que hagamos, de la época del año en que la hagamos, de las características de nuestros pies y de nuestros hábitos.
Uno de los mitos que conviene desmontar es el que equipara el Camino de Santiago con el trekking. La palabra trek, acuñada en la década de 1980, se refiere a los tramos a pie que realizaban los montañeros y escaladores que intentaban los ascensos en las cordilleras del Himalaya y América del Sur. Más en concreto, se refería a aquellas travesías que llevaban al campo base. De modo que lo que se entiende por trekking incluye a menudo desplazamientos sin señalización, sin caminos y técnicamente complejos.
Por ese motivo, en realidad, el Camino de Santiago tiene poco que ver con el trekking. Y tampoco requiere las herramientas de este. Casi la totalidad de personas que peregrinan a Santiago lo hacen por caminos perfectamente señalizados y muchas veces alternando tramos de tierra pisada y asfalto, donde las botas de montaña de los trekkers no siempre son la mejor opción.
Las botas de montaña
Si preguntamos a cualquiera cuál cree que es el principal tipo de calzado para el Camino de Santiago dirán, seguramente, que son las botas de montaña. En realidad, las botas de montaña sólo se recomiendan si vas a realizar el Camino en los meses más fríos y lluviosos, o por zonas muy húmedas. También va a depender del tramo que vayas a realizar. No es lo mismo el Camino Primitivo, que atraviesa zonas de montaña en Asturias y Galicia, que el tramo del Camino Francés que discurre por la meseta castellana entre, por ejemplo, Burgos y León. En el primero necesitarás proteger más el pie. En el segundo, una caña tan alta no sirve absolutamente para nada.
En caso de que necesites las botas de trekking, es importante que, mas allá del aspecto — las hay visualmente similares, pero sin sus prestaciones — sean impermeables, de caña media y lo más flexibles posible para asegurar que protegen los tobillos sin inmovilizarlos. Los materiales de los que están hechos estas botas son también un aspecto importante. La recomendación general a la hora de elegir este tipo de cazado para el Camino de Santiago es optar por el Gore-Tex o membranas similares (HyVent, Simpatex, etc.), ya que permite expulsar el sudor, evitando que empape el calcetín y previniendo ampollas. Si quieres saber como funciona el tejido Gore-Tex, te recomendamos leer el completo artículo de la web de Prestazion.

Las zapatillas de trekking
Aunque los conceptos de zapatilla y trekking parecen excluirse mutuamente a raíz de lo que hemos dicho antes, lo cierto es que algunas marcas de ropa deportiva y de montaña han optado por usar genéricamente ese nombre para algunos de sus productos.
Las zapatillas de trekking son una buena alternativa a las botas, y por eso cada vez son una solución más común en lo que se refiere a calzado para el Camino de Santiago. Su caña baja deja el tobillo al descubierto, por lo que protegen mucho menos el pie, pero, a cambio, resultan mucho más ligeras.
En cuestión de zapatillas, también es importante prestar atención al tejido, pero, sobre todo, a la suela. Asegúrate de que tiene un taqueado multi-direccional, ya que esto es lo que permitirá que se agarren bien al terreno. Ten en cuenta que aunque en el Camino no hay grandes desniveles, a veces hay tramos de tierra suelta o gravilla — o piedra mojada, muy resbaladiza — y es mejor evitar suelas deslizantes.
Sandalias
Por último, el tercer tipo de calzado para el Camino de Santiago son las sandalias cerradas, especialmente indicadas para los meses más calurosos y los tramos más suaves en cuanto a desniveles. Estas sandalias tienen la ventaja de ventilar muy bien el pie, haciendo que sea mucho más difícil la aparición de ampollas por exceso de sudoración. Pero, al mismo tiempo, presentan una sujeción correcta del pie. Como este tipo de sandalias son el tipo más ligero de todos, es muy habitual que los peregrinos las incorporen a sus mochilas para descansar los pies al llegar al final de etapa.
De hecho, cambiar de calzado a lo largo del día es uno de los mejores consejos que te podemos dar. Al llegar al fin de etapa, dejar aparcadas las botas o las zapatillas que nos han llevado hasta la meta del día y optar por este tipo de calzado mucho más abierto ayuda a los pies a respirar mejor y evita acumulación de líquidos y ampollas mucho mejor que cualquier producto que podamos aplicar.
Atención a los calcetines
Por último, un elemento al que tradicionalmente suele prestarse poca atención y no debería: los calcetines. Sin los calcetines adecuados, la mejor elección del mundo en cuanto calzado para el Camino de Santiago se queda coja — nunca mejor dicho.
Cualquiera te dirá que lo ideal es que sean sin costuras y que, como con el calzado, no es nada recomendable estrenarlos en el Camino. Pero hay más.
En los últimos años se han popularizado los llamados «calcetines antiampollas». Su principal característica es que están fabricados con dos capas de tejido: una más gruesa al exterior y otra más fina al interior. Esto amortigua mejor los pasos y mejora el drenaje. Pero, sobre todo, hace que la fricción se produzca entre las dos capas de tejido, en lugar de entre la tela y tu piel. Por lo general, estos calcetines tienen una mezcla de lycra y poliamida que favorece su ajuste anatómico. No llevan costuras, y suelen ir reforzados en puntos clave como el talón y la puntera para hacerlos más duraderos. Otro tejido muy popular es el Coolmax, diseñado para mantener el pie seco lo máximo posible.
Tanto si optas por este tipo de calcetines como por unos más convencionales, asegúrate de que el tejido es transpirable y adaptable. La idea es evitar que el sudor se quede pegado al pie o empapando la tela del calcetín, porque ello favorece la aparición de ampollas.
Por último, ten cuidado a la hora de ponértelos. Si lo haces, lograrás que no se muevan o se plieguen y protegerás tu pie durante toda la jornada.